En días como hoy a menudo escucho “feliz día de la mujer”. Si eres de esas personas que te apresuras a dedicar estas felicitaciones, o incluso de las “afortunadas” que lo recibes, este artículo es para ti.
Soy consciente de que aún hay muchas personas que creen que ya hemos alcanzado la igualdad entre mujeres y hombres. Y es cierto que afortunadamente se han hecho muchos avances en este ámbito, pero desde mi punto de vista y gracias a mi trabajo, considero que tenemos que seguir visibilizando las desigualdades que a día de hoy persisten, para seguir trabajando todas y todos en la misma dirección, porque la desigualdad afecta a todo el mundo en mayor o menor media.
Por eso me gustaría resumir algunos datos por los que hoy, en vez de felicitar a una mujer, tengas conciencia de la realidad que seguramente esté (o estés) viviendo. Y, por lo tanto, el sentido de hacer registros retributivos y planes de igualdad.
Según el informe “La Mujer, la Empresa y el Derecho 2022”, llevado a cabo por el Banco Mundial, 2400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen igualdad de oportunidades económicas y 178 países continúan con barreras legales para que las mujeres participen plenamente en la economía. En este punto seguramente estés pensando que la desigualdad está fuera de nuestro país. Así que vayamos con datos de España.

Según los datos del INE, en 2019, la brecha media salarial en España fue del 24%, lo que quiere decir que en un año las mujeres tendrían que cobrar de media 5.252€ más para alcanzar el salario medio de los hombres. Ya de por sí este dato podría ser preocupante, pero me gustaría ir más allá y ahondar en los motivos. Desde mi experiencia hay dos grandes causas que suelen explicar la mayoría de las brechas salariales:

La primera es la reducción de jornada, la cual es mayoritariamente usada por mujeres (ya sea de manera voluntaria o no). Uno de sus efectos más inmediatos es la dificultad de promocionar en esta situación, por lo que favorece al techo de cristal. Siguiendo con los datos aportados por el INE, la brecha salarial del 24% se reduciría el 53% si igualásemos todas las jornadas al 100%. Por este motivo una buena normalización de los salarios es fundamental para la elaboración de los planes de igualdad o registros retributivos.

Y, en segundo lugar, me encuentro constantemente con que los puestos directivos suelen estar ocupados en su mayoría por hombres, los cuales suelen cobrar de manera mayoritaria algunos complementos salariales, como por ejemplo las horas extras, nocturnidad, movilidad, etc.
Según el informe del 2020 sobre la presencia de mujeres en los Consejos de Administración y en la alta dirección de las empresas públicas Estatales, realizado por el Instituto de las Mujeres, donde se estudiaron 49 empresas públicas, el porcentaje de mujeres directivas fue del 28%, observando que sólo en 8 de ellas se aprecia una presencia equilibrada entre mujeres y hombres.
Con esto no quiero decir que las mujeres tengamos que cobrar más “trabajando menos”, si no que nos preguntemos ¿Por qué son ellas las que mayoritariamente solicitan la reducción de jornada? ¿por qué en muchos casos las mujeres prefieren no promocionar en sus trabajos declinando puestos directivos? ¿por qué los hombres tienen el tiempo de crecer más laboralmente?
Porque a la larga este tipo de situaciones son las que hacen que las mujeres seamos más dependientes económicamente, las que tengamos pensiones más bajas y en consecuencia las que tengamos una tasa de riesgo de pobreza superior a los hombres.
La respuesta rápida es que las tareas del cuidado recaen de manera desproporcionada sobre las mujeres, entendiéndose por este tipo de tareas: pensar y planificar comidas, comprar (o decir que hay que comprar), cocinar, limpiar, recoger, cuidado de hijos e hijas (médicos, colegios, deberes…) y cuidado de personas mayores o dependientes (ayudando con el aseo, alimentación, compañía, etc.). Este hecho se vio incrementado con la reciente pandemia del COVID y multitud de estudios lo respaldan como, por ejemplo, la investigación sobre género y desempleo en el Reino Unido por Aliya Hamid Rao.
Es cierto que la tendencia está cambiando, pero los datos están ahí para ver una vez más que tenemos que seguir tomando conciencia de nuestra realidad.

Teresa Álvarez de Sotomayor
Promotora de Igualdad